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Embarcándose en una atrevida travesía atlántica, el matrimonio noruego formado por Idun y Astrid, acompañados de su tripulación, partieron de Las Palmas de Gran Canaria a bordo de su querido Scanmar 33. Estaban lejos de imaginar la tumultuosa experiencia que les esperaba.
Mientras el sol se ponía graciosamente en el cuarto día de su viaje, Idun dirigía el barco, deslizándose a favor del viento con las velas atadas, haciendo un progreso constante. En un instante, ocurrió el desastre. Un crujido resonante atravesó el aire, haciendo que el corazón de Idun diera un vuelco. El mástil, su robusto aliado, sucumbió a una ruptura inimaginable, tambaleándose en el viento de la incredulidad. Los gritos urgentes y desesperados de Idun llamaron a la tripulación a la cabina, donde vieron el mástil, roto y amenazante, luchando contra el casco, con las olas como cómplices.
Con férrea determinación, liberaron rápidamente las líneas enredadas, asegurando un movimiento sin obstáculos en medio del caos. En medio de la incertidumbre, activaron su confiable EPIRB Ocean Signal, sin estar seguros de si el casco presentaba las heridas del asalto al mástil. Diligentemente, manejaron una sierra para metales para cortar los sujetadores restantes, despidiéndose de su mástil caído mientras desaparecía en las profundidades. Poniendo en marcha el motor, partieron hacia las conocidas costas canarias.
Con manos temblorosas, Idun agarró el teléfono satelital, su conexión con el mundo exterior. Su contacto de emergencia ya había sido alertado por la Guardia Costera noruega, y poco después recibió una llamada desde Madrid preguntando si necesitaban ayuda. Después de inspeccionar cuidadosamente el casco para garantizar su integridad, transmitieron su mensaje de autosuficiencia, cancelando la señal de socorro que había desencadenado la operación de rescate.
Sintieron alivio cuando la EPIRB demostró su eficacia, proporcionándoles la tranquilidad que buscaban desesperadamente. El contacto de emergencia de Idun recibió una llamada, haciéndose eco de la transmisión exitosa de la baliza. Una llamada del centro de emergencias de Madrid llegó a Idun, ofreciéndole un breve momento de consuelo en medio de unas circunstancias por lo demás desalentadoras.
Al reflexionar sobre su desgarradora experiencia, Idun expresó su profunda gratitud por la inversión esencial de un dispositivo SOS antes de embarcarse en su odisea atlántica. Aunque tuvieron la suerte de no necesitar ayuda en esta ocasión, su desafortunado encuentro puso de relieve el papel vital de la suerte frente a la adversidad.
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